Lo reconozco, estoy que me salgo con el cañonazo guiri que conocí en la sección de comida macrobiótica del nuevo súper del barrio, es el nuevo sitio de moda para ligar, en los otros ya me tienen muy vista, y en este soy la nueva y estoy a la vista a todos.
El caso es que hemos congeniado y ahora somos uña y carne, el yogurin es un poco alternativo pero a mi alternar es lo que me gusta, y que si él tiene veinte y tres añitos yo le he dicho que tengo treinta y dos, Ana y Han que nos llamamos, el ying y el yang, el complemento perfecto, la verdad y la mentira. Lo típico.
Tanto quitarme años con el muchacho que ni me reconozco. Que de los hoteles de cuatro estrellas he pasado a las tiendas de campaña y de la barra Chanel nº 5 a los gloss del H&M , es lo que tiene la adaptación de la especie. Ahora me visto como la Moss en el festival de rock de Gladstonbury cuando iba ella tan mona con sus botas de agua Hunter, yo la he copiado pero en versión Stradivarius, y es que últimamente le estoy dando una vuelta a mi armario que ni la Lady Gaga.
En la oficina conmigo alucinan, los viernes siempre llego con resaca se creen que estoy pasando una mala racha y que me he dado a la bebida, los tengo confundidos, angelitos. No saben nada de mi infanticidio, y menos de las cadenas de cogorzas que me pillo.
La de recepción, me cogió fumando en el baño, casi le da un ataque y a mí un sincope, pego un grito que saltaron las alarmas, pensaba que mi tabaco de liar eran un pitillo, y eso que lleva gafas, le falto tiempo chivárselo al resto de la oficina y ahora todos me miran raro. “Mira, pobre, la que se droga”, piensan desde que pasó. A mi plin.
En la hora de la comida aprovecho y me largo con mi Han a experimentar las recetas zen es lo que tiene aplicar las leyes de la naturaleza a la dieta que con tanto mijo, coliflor y tamari y mis estilismos ,la eramus y la joven parezco yo . El Universo es mi aliado.
Ahora todas están viendo el tipin que se me está quedando de tanta comida macrobiótica y tanto trasnochar y ya me quieren copiar. Ayer hubo una mini revolución en la oficina, yo no sabía que tenía tanto poder de convocatoria y acabamos todas en el irlandés de la esquina bailando en círculo alrededor de mi Han. Pobre .Ahora somos sus ídolos.
Una cosa es que me haya hecho en dos meses fan del perejil triturado por amor y otra que me quieran convertir en Ministra de la Secta del Circulo de la Felicidad. Que todo en esta vida como dice mi abuela, tiene su término. Y para mi, se ve, que no es el del medio. Pues eso.