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Vivo sin vivir en mí. O me tiro al cuello de mi jefe, o me va a dar algo. Si antes digo: “No, a mí esto nunca me va a pasar”, antes caigo. Si es que soy una bocazas. Ya no sé como disimularlo y estoy que me subo por las paredes.

El viernes tuvimos jaleo en la oficina,  la “Party Summer” que le llaman, la de todos los años en verano, esa fiesta que llegas monísima con tu ampolla flash y recién peinada de la peluquería y terminas con los pelos enredados. Es como una fiesta hippy chic en la que todo el mundo empieza de buen rollo y todo el mundo acaba confesando sus miserias. Una cosa es querer llegar con ganas de comerte el mundo y otra acabar comiéndote lo primero que se te ponga por delante.

Al becario se lo rifaban, ya ves, ese angelito , entre cuarentonas hormonadas catadoras a granel de cocteles festivos, no se ha visto en otra. Y allí estaba yo, la líder de la banda, que fue beberme la quinta copa de color azulón y soltar lo que me atraía mi jefe. Es que veía uno al lado del otro y no hay color. Dos hombres hechos a sí mismo, si, pero uno con la visa oro y otro con el cupón descuento de la tarjeta de Ikea, dualidad de caracteres que lo llamo.

Mi jefe es mi jefe y si no lo fuera no me gustaría tanto, es la erótica del poder, empezó conmigo en la empresa, en la mesa de al lado y del de “Pásame la grapadora”, no pasaba. Fue después de una Junta Directiva cuando lo ascendieron y media oficina lo peloteaba. Es bajito, con gafas y regordito pero tiene su morbo, es investirlo de poder por la mañana y tener más adeptas que Lady Gaga en el Twitter por la tarde.

Asi que tanta pasión oculta tenía que explotar por algún lado, y, ya ves, se me escapó, fue pegarle el último sorbo al coctel y parecer el suero de la verdad, ahora la peña me mira raro porque es pasar por la puerta de su despacho y entrarme un sofoco de campeonato, me pongo roja como Heidi y me sudan las manos. La “acoso y derribo” me llaman.

Yo pensaba que lo de la erótica del poder era una milonga, pero cada vez que me lo cruzo le hago una caída de pestañas a lo Marilyn, pero ni por esas. Ni me mira, para el soy una plebeya. Cualquier día me lanzo a la aventura, total, tal y como está la cosa y con los recortes presupuestarios, lo mismo nos quedan en este curro, dos telediarios ; que lo mismo ya, el año que viene , adivina quién es quién, que ni él es jefe ni yo estoy en la empresa. Ni nada de nada. Vete tú a saber.

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Este texto ha sido escrito para su publicacion en la revista http://southchic.com/ Southchic de moda, estilo y belleza.

¡A disfrutarla!